A pesar de ser parte de uno de los estados más emblemáticos de Brasil, Jeri, como se la conoce entre los locales, permanece relativamente aislada del resto del mundo, escondida y pequeña, esperando al turista con gratas sorpresas. Está rodeada por dunas que alcanzan los 40 metros de altura, su acceso a las zonas mas íntimas de las costas requieren el transporte en vehículos 4x4, que son proporcionados por la misma gobernación y le permiten al viajante visualizar de manera minuciosa y divertida, el soberbio paisaje.
Posee una historia rica en cambios y acontecimientos. A lo largo de los años fue ocupada por los indios Ceará, supo ser el escenario de numerosas batallas coloniales en el siglo XVII entre holandeses, portugueses y franceses y más adelante se convirtió en una tranquila villa para pescadores. Descubierta oficialmente en los ´70 por agrupaciones de hippies, la sociedad no ha avanzado como el resto del país, de hecho la electricidad le llegó, recién, hace pocos años.
Durante todo el año manifiesta temperaturas cálidas y húmedas que varían entre los 22° de mínima y los 35° de máxima, ideales para que el turista recorra las formaciones rocosas (Piscina Da Princesa y Gruta da Malhada), contemple la exótica fauna y realice navegación en jangada y buceo en Lagoa de Jijoca, a 20 km de la ciudad. Es una zona ejemplar para practicar buggy y nadar en las lagunas que se forman entre las dunas.
Los paquetes a Jericoacoara son elegidos por aquellos que deciden vivir unas vacaciones relajadas, en un espacio con mucha conciencia natural y pasado histórico, y disfrutan de una vida nocturna interesante, playas paradisiacas y actividades variadas.